Toda historia tiene un punto de partida, y en la de Julio Fraomeni ese punto fue una convicción: que la medicina debía evolucionar hacia un modelo más humano, integral y sustentable. A fines de los años ochenta, en un contexto social y económico complejo, tomó una decisión que cambiaría no solo su destino profesional, sino también el rumbo de la atención médica en la Argentina: fundar Galeno, una organización que pusiera a las personas en el centro de cada decisión.
No fue un comienzo sencillo. El sistema de salud enfrentaba profundas transformaciones y la incertidumbre era parte del día a día. Pero detrás de cada desafío, había una oportunidad para hacer las cosas de otro modo. Su visión era clara: construir una empresa basada en tres principios innegociables —calidad médica, ética profesional y respeto por el paciente—. Desde el primer día, esas ideas se convirtieron en el ADN de Galeno y marcaron su forma de crecer.
La decisión de crear Galeno no fue un impulso, sino el resultado de una trayectoria dedicada a entender la medicina desde adentro. Julio Fraomeni había aprendido que la salud no puede gestionarse solo con números, sino con valores, compromiso y conocimiento. Por eso, desde sus inicios, impulsó la formación continua de los profesionales, la investigación clínica y la innovación tecnológica como herramientas para mejorar la vida de las personas.
Décadas después, esos principios siguen siendo la brújula que guía a la compañía. Galeno se consolidó como un referente en el sistema de salud argentino, pero lo que realmente sostiene su historia es la coherencia de una visión. Porque la verdadera fortaleza de una organización no está solo en lo que logra, sino en mantenerse fiel a los valores que la originaron.